En el Renacimiento, la linterna era un elemento arquitectónico que se utilizaba en algunos edificios para permitir la entrada de luz natural en el interior de los mismos. Esta linterna se ubicaba en la parte superior de la edificación y estaba compuesta por un espacio cerrado de vidrio o cristal, que permitía la entrada de la luz.
Además de permitir la entrada de luz natural, la linterna también tenía una función ornamental, ya que solía estar decorada con relieves, esculturas o lápidas. Asimismo, algunas linternas podían estar abiertas en el centro, para permitir la circulación del aire y la ventilación del interior del edificio.
Algunos de los edificios más emblemáticos que cuentan con una linterna son la Catedral de Florencia, la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el Panteón de Roma, o la Westminster Abbey en Londres. En estos casos, la linterna no solo cumple con la función práctica y ornamental, sino que también es un símbolo de la arquitectura renacentista.