César Manrique fue un artista y arquitecto español que se destacó por su visión única y su capacidad para fusionar la arquitectura con el entorno natural. La casa de César Manrique se llama "Taro de Tahíche" y se encuentra ubicada en la isla de Lanzarote, en las Islas Canarias.
La casa es un conjunto de cinco estructuras volcánicas que fueron transformadas en un espacio habitable y lleno de vida, en el que se puede observar la influencia que el entorno natural tuvo en la obra de Manrique. Taro de Tahíche es un ejemplo más de la habilidad del artista para crear espacios arquitectónicos innovadores que conectan a la perfección con el entorno.
Aunque Taro de Tahíche es una residencia privada, los visitantes pueden acceder a la misma por medio de un recorrido guiado que les permitirá descubrir los secretos de esta impresionante obra de arte. La casa de César Manrique es un legado histórico que evidencia la capacidad creativa y visionaria del artista, y es un testimonio de la importancia de la innovación y el cuidado del medio ambiente.
La casa de César Manrique en Tahiche es conocida por él mismo como "Taro de Tahíche".
Este nombre fue elegido por el artista y arquitecto canario para hacer referencia a los taros de la zona, unas plantas acuáticas muy comunes en la isla de Lanzarote.
La casa está construida sobre una antigua cantera de roca volcánica y fue diseñada por el propio César Manrique para integrarse completamente en el paisaje de la isla.
En Taro de Tahíche, César Manrique vivió durante muchos años rodeado de su obra y de la naturaleza de Lanzarote.
Hoy en día, la casa es un museo abierto al público donde se pueden admirar las creaciones del artista y conocer más sobre su vida y su obra.
Visitar Taro de Tahíche es una experiencia única para conocer de cerca la visión de César Manrique sobre la arquitectura y la naturaleza en la isla de Lanzarote.
César Manrique, el famoso artista y arquitecto español, tuvo un perro que lo acompañó durante gran parte de su vida. Este canino fue un gran compañero y un miembro más de la familia para Manrique.
El perro de César Manrique no fue sólo un animal de compañía, sino que también fue una fuente de inspiración para el artista. La belleza natural de su pelaje y sus movimientos suaves y elegantes, hicieron que Manrique encontrara en él una inspiración para muchas de sus obras de arte.
Aunque se sabe muy poco sobre el nombre del perro de César Manrique, algunos informes sugieren que lo llamó "Pancho". Este nombre parece ser muy apropiado para un perro amistoso y juguetón, que acompañó a Manrique en sus aventuras artísticas por todo el mundo.
César Manrique y su perro eran inseparables, y se dice que la muerte de su mascota fue un golpe muy duro para el artista. Sin embargo, como deja patente su legado artístico, el amor y la inspiración que recibió de su fiel amigo, perdurarán por siempre.
La Fundación César Manrique es un espacio único en la isla de Lanzarote. A través de esta visita, se puede conocer mucho más sobre las obras del artista, así como su legado en la isla. La visita dura aproximadamente una hora y media, pero esto depende del tipo de visita que se haya elegido.
La visita básica incluye la entrada a la propia casa de César Manrique, así como a la zona de exposiciones temporales. En ellas, se pueden conocer detalles de su vida y su obra, además de poder ver algunos objetos personales del artista. Para esta visita, se recomienda destinar al menos una hora.
Sin embargo, si se quiere profundizar en su obra, la visita se puede extender hasta las dos horas. En la finca, hay varios Jardines que también fueron creados por el propio César Manrique, estos espacios verdes son ejemplos de una perfecta integración del arte y la naturaleza. Explorarlos con tranquilidad es una auténtica delicia.
Por último, la Fundación también propone otra clase de visitas además de las ya mencionadas, por ejemplo, la nocturna o la visita en grupos. Cada una de ellas ofrece una experiencia única que merece la pena explorar. En definitiva, la visita a la Fundación César Manrique en Lanzarote es una actividad cultural que se puede disfrutar en un período de tiempo de entre una y dos horas.